Barrio bajo

 El cielo apenas lucía claro, con tonalidades oliváceas y nubes un tanto cenizas, nunca se distinguía si era por la contaminación lumínica o si en verdad así eran los cielos desde siempre.

­­­­­– ¿A qué hora es? –Oyó Asher decir a su compañera. Estaba tomando un café mientras meditaba; por la mañana casi no había gente caminando en las pasarelas de los edificios altos ni tampoco habían parejas reposadas en las plazas aéreas de la zona, sin embargo, por la tarde, cuando los avisos de neón resplandecían y los mercaderes habituaban la compra-venta de todo tipo de productos, allí entonces se presenciaba una muchedumbre de seres de razas misceláneas; el apabullante sonido de personas entrelazando conversaciones que apena

s y se distinguen era un elemento distractor que siempre disfrutaba– ¡Oye, Asher! –Alzó la voz, hasta que el detective reaccionó.

– Relájate un poco, Kristin –Dijo él, luego de dar un largo sorbo a su café–. Aun faltan unos minutos… –Dijo sin mucha preocupación.

– El agente debe estarnos esperando ya –Decía con impaciencia. Siempre era así, pues Asher no mostraba especial preocupación a la hora de presentarse en ese tipo de tareas que le parecían tan abstractas.

Asher Gainer era su nombre completo y pocos años luego de graduarse en criminalística, ya a los veintiocho años trabajaba como investigador y detective de clasificación tres, originario de la clase media se las resolvió bien para destacar en su trabajo llegando a participar en varios casos importantes, sin embargo, le gustaba vivir entre la multitud, frecuentando bares y zonas mercantes del Barrio Bajo en Arcalis donde no le convendría ser reconocido como miembro de Seguridad Civil, pero así era, un adicto a la adrenalina, por lo menos hasta que un mal romance con una chica de los bajos estratos le dejara el corazón roto y se centrara en banalidades.

Al terminarse su café entró al deslizador con Kristin y se dirigieron al distrito Yokiu; mientras viajaban se le había ocurrido dejar la ventana de su lado abierta, dejando entrar ráfagas de viento que le desordenaban el oscuro cabello. Al acercarse al Barrio Bajo aparcaron junto a varios vehículos de Seguridad Civil que se encontraban frente a una comunidad de apartamentos descuidados, al bajarse, divisó a un hombre asiático que vestía una larga gabardina negra, un pantalón oscuro y unos zapatos lustrados. La compañera se acercó al hombre a la vez que Asher mientras este hablaba con uno de sus dos subordinados.

– Soy el agente Yoichi Oda –Dijo al verles mostrando un carnet holográfico, el hombre rondaba los cuarenta y tantos años y tenía apariencia de habituar esas tareas–. Entremos… –Añadió volteando a la puerta del apartamento– ¡Adelante!

Los hombres de Seguridad Civil irrumpieron con fuerza al son de esa orden, entrando en cada residencia mientras el agente pedía las identificaciones de los habitantes, quienes no tuviesen los datos correspondientes eran desalojados de inmediato y llevados a un vehículo de transporte; donde se mantenían recluidos esperando a ser reubicados, tanto en Yokiu como en otros distritos del Barrio Bajo se sucedían estas cosas de forma mensual e incluso semanal; los agentes de SC siempre tenían la desdichada tarea de irrumpir a los ilegales y despacharlos a otro sitio, la superpoblación lo provocaba, y se les debía reubicar para aminorar la inmigración y la delincuencia. Normalmente la supervisión era llevada por un agente del alto mando quien se encargaba de redirigir a los pobres que no poseían los datos necesarios para merecer un techo, ni siquiera si pagaban el arriendo, todos sin excepción, eran movilizados.

– Por arriba… –Señaló el agente mientras dos guardias subían las escaleras e irrumpían a gritos en las viviendas. En la mayoría de casos las personas se resistían o suplicaban, tan solo eran unos pocos quienes aceptaban su destino sin oponerse del todo, por otro lado había quienes mostraban un lado más instintivo ante tal invasión…

– ¡…Armados! –Gritó uno de los hombres de Yoichi– ¡Hay individuos armados!

La orden siempre fue sencilla ante casos de violencia, y era disparar a matar. El gobierno se hacía pasar de liberal y pacifista, pero más que mentiras, era una verdad que solo los ciudadanos de clase alta vivían; más abajo, en los distritos de clase media o baja, se sobrevivía a como diera lugar, sorteando a las mafias y organizaciones clandestinas que se lucraban incluso de los cadáveres que abrían para sacar provecho de órganos e implantes que compradores solicitaban de antemano.

Otro día… la misma mierda –Dijo Asher mientras sacaba un cigarrillo de su oscura gabardina con bordados plateados que distorsionaban el color del neón reflejado, al verle, Kristin le solicita uno también; él observa a la pelirroja con nostalgia y lo enciende con un viejo yesquero a chispa, una bonita pieza de la antigua era, y por ultimo enciende el suyo propio, absorbiendo suavemente el humo para luego soltarlo por la nariz– ¿Cuántas veces hemos hecho esto ya? –Preguntó mientras ella le miraba a través de sus ojos azules.

– ¿Todavía no te acostumbras? –Soltó ella con una mirada sarcástica mientras ajustaba el botón superior de su gabardina gris– Me habían hecho creer que eras más duro.

– Soy detective... No destruye hogares –Aclaró él con un ápice de disgusto–; me impresiona que no te importe hacer tareas tan estúpidas –Finalizó de decir recalcando la última palabra.

– Hay que hacer lo que sea necesario –Siguió la mujer–, y no tengo problema en despachar a personas que infringen la ley… –Esa última frase siempre parecía molestar al detective y era la que siempre usaba para recordarle que ese era su trabajo.

– Adelante –Ordenó el agente Yoichi, mientras subía las escaleras al piso de arriba, al seguirle el paso, Asher escuchó una ráfaga de ametralladora en el piso superior, cuando llega a escena observa un puñado de delincuentes muertos que iban armados con palos, navajas y tubos.

Al verles de cerca el detective se percató que no eran más que jovenzuelos de baja calaña que habían tomado el mal camino, se habían resistido por un instinto testarudo y un pequeño paquete que contenía drogas alucinógenas, al atraparlos con eso al menos les hubiesen llevado a una cárcel, pero cada quien elige su destino en la ciudad. –Era de “temer” esta parte del Barrio Bajopensó el detective al notar lo bajo que habían caído algunos delincuentes como para no poder valerse con armas de fuego en un momento como ese.

Pero entonces una pequeña figura a lo lejos llamó la atención de Asher, se trataba de una niña, y no una de raza humana, esta tenía una figura alta, delgada y una piel azul cenizo; con unos ojos grandes de color gris claro y un largo cabello con rastas; era una Karakk, eso estaba claro. Al acercarse, la criatura se alejó asustada dentro de una habitación abierta, no poseía puerta ni alumbrado; las paredes estaban desgastadas y nada parecía funcionar como debería, la estancia estaba oscura y solo se iluminaba a través de una ventana con los faroles de deslizadores que pasaban de tanto en tanto, cuando Asher entró y buscó a la niña la halló llorando en una esquina, con un juguete en la mano y tirada al suelo, él se acercó lentamente.

– ¿Dónde están tus padres, niña? –Preguntó sin hallar respuesta, claramente estaba aterrada, por lo que se le ocurrió una idea. Sacó de uno de sus bolsillos un envoltorio plástico que contenía dentro un puñado de galletas sabor a chocolate y se lo mostró, la pobre criatura tomó temblorosa una galleta del envoltorio y la comió lentamente, su cara estaba llena de lágrimas, probablemente temía lo que pudiera pasar. Esa, era la peor parte del trabajo, nunca disfrutaba ver los rostros de los niños; en sus ojos se veía reflejado a sí mismo de pequeño. Repentinamente se mostró en el rostro de Asher una pequeña sonrisa de lastima, sentía empatía y era un sentimiento tan lejano como el espacio sideral para él, expandiendo la mirada por la estancia se percató de un nicho incomodo con apenas los restos de lo que fue una tela acolchada que contrastaba con un olor a humedad y a metal, probablemente era una niña ilegal, abandonada por sus padres.

– Ven conmigo –Dijo a la niña, quien le contemplaba con pavor, Asher extendió su mano pidiendo nuevamente que le acompañara–. Ven, vamos… –Lentamente la criatura se acercó y él le obsequió otra galleta, llevándola tras de sí hacia donde estaban despachando a los residentes–Quédate aquí –Dijo mientras se dirigía hacia su compañera Kristin.

– ¿Dónde andabas? –Preguntó al verle, y luego observándolo mientras comía una galleta de su envoltorio– Deja eso, aun quedan ilegales en el edificio –Dijo y luego se centró en una tableta holográfica donde apuntaba la información de los ya procesados.

– ¿Dónde se encuentra el agente en jefe? –Preguntó a la mujer mientras cerraba y guardaba el envoltorio con el contenido restante en uno de sus bolsillos superiores de la gabardina.

– Se encuentra en el piso superior terminando de movilizar a los residentes –Asher le miraba de reojo mientras hablaba para luego voltear brevemente hacia la niña, quien se encontraba oculta en un rincón oscurecido de un pasillo residencial, el cual tenía diversos desechos y objetos obstructores que yacían apilados, quizá por vagancia de los residentes quienes no se preocupaban de la sanidad local o quizá colocados allí adrede para tapar la vista –¿Quién sabe? pensó y avanzó hacia las escaleras.

Detrás de sí movilizaban a varios individuos maniatados, con rostros de frustración, molestia y desilusión; Asher estaba acostumbrado a esas caras… y a comentarios despectivos con respecto a su trabajo, ellos no tenían derecho de estar allí sin registro, eso pensaba, pero ¿Era lo correcto?, sin embargo, ¿A quién le importaba que era correcto y que no? Sobre todo en esas circunstancias donde su comida dependía de su pago y su pago dependía de hacer bien su trabajo; que era despachar a los ilegales, entonces ¿Por qué sentía que no estaba bien? ¿Acaso un remordimiento? –¡Que idiotez! – Pensó por un momento y al subir avanzó varios metros hasta encontrarse con Yoichi junto a tres individuos más del departamento de SC.

– Si, así es… –Oyó decir– Ya los tengo preparados, te los enviare como acordamos… –Terminó mientras volteaba a ver a Asher con una mirada seria– Ya terminamos aquí, detective, puede marcharse.

– ¿A dónde llevaremos a los ilegales? –Preguntó sospechando.

– Al refugio, por supuesto… –Mintió mientras caminaba para pasar de largo, pero Asher le tomó del brazo deteniéndole justo a su lado.

– ¿Qué trama agente? –Preguntó casi al oído– espero no intente hacer nada raro.

– Yoichi se soltó de un tirón mirando fríamente a Asher– Soy quien se encargará de los ilegales, Sr. Gainer, comete el error de detenerme nuevamente y me aseguraré de despacharlo a usted también –Amenazó; los ojos del asiático eran oscuros y su mirada helaba la sangre, él entendió que no podría acusarle de un negocio ilícito, cuando los mismos mandos del departamento también se ensuciaban las manos, ya era común ver esos casos, y los pocos que aun mantenían su conciencia no duraban una temporada en SC, todos estaban implicados, solo que unos se ensuciaban las manos y otros solo se sentaban a esperar los resultados.

Asher se mantuvo pensante por unos minutos ¿Por qué arriesgarse? Pensaba, era cierto que aquellas personas no irían a un refugio, sino que pararían a manos de un comprador ¿Pero, por qué entrometerse? Siempre ocurrían esas cosas sin que él se diese cuenta siquiera, el Sector Libre de Arcalis, habitado por humanos y otras especies estaba abarrotado de casos similares: Secuestro, extorsión, asesinato, venta de esclavos… ¿Qué le hacía moverse en contra de una corriente que siempre sorteaba para evitarse problemas? Quizá era un instinto estúpido, resultado de su joven edad o su afición a la adrenalina, que le era como una droga a la que no podía resistirse… O quizá tan solo no se hubiese querido ver en esa situación también…

Al retroceder por las escaleras encontró a Kristin hablando con el agente en jefe, ambos le miraron brevemente mientras bajaba y se acercaba al área, donde terminaban de desalojar a unas pocas familias restantes, Yoichi Oda bajaba al primer piso saliendo por la puerta principal y detrás le seguía su compañera. Asher recordó algo importante y discretamente se dirigió a donde la niña estaba escondida, buscando entre las viviendas vacías y entre objetos apilados; la encontró entonces dentro de un gabinete mal cerrado.

– Ven, te sacaré de aquí –Dijo a voz baja mientras la ayudaba a salir y posando su mano sobre su arma, al salir de la estancia se dirigió por los pasillos subiendo al piso superior, donde buscó una ventana, y al percatarse de un andamio en la parte de afuera aprovechó para huir procediendo a poner a la niña del lado fuera del apartamento, pero poco después siente un escalofrió por la espalda que le recorrió hasta los pelos.

– ¿Qué intentas hacer, Asher? –Preguntó una voz femenina detrás, al voltear divisó a Kristin, sinuosa; cruzaron miradas por un segundo y ella se percató de la niña, lentamente acarició el mango de su arma y quitó el broche de la funda.

– No intentes nada, Kristin –Advirtió, preparado ante cualquier movimiento; sabiendo cómo era ella no tenía alternativa, siempre fue muy apegada a su trabajo y hacia lo que fuere para ganarse el favor nauseabundo de sus superiores. No había alternativas… Un trueno se escuchó en el cielo al son de dos armas desenfundadas y un solo disparo de pistola…

Había comenzado a llover sobre la ciudad, el cielo parecía una pantalla de televisor sintonizado en un canal muerto, advertía la mancha negra de una cumulonimbo que se acercaba y cubría todo con su sombra, los avisos de neón yacían encendidos y era casi la única iluminación que abundaba en el Barrio Bajo a esas horas de la tarde; atiborrado de especies diversas en un movimiento sinfín de deseo y sueños fugaces, mientras avanzaba por las estrechas calles, tomando de la mano a la niña y abriéndose paso a empujones entre la multitud, casi alcanzó a oír un par de insultos en lo que parecía esperanto o dialecto básico, los puestos de comida rápida abundaban a cada lado y mercaderes ambulantes que ofrecían diversidad de artículos baratos. Hacía casi una hora que había disparado el arma, en su mente aun recordaba el suceso; un disparo limpio en el cuello, al caer al suelo huyó de inmediato con la niña, que ni siquiera conocía ¿Qué lo impulsaba? Nunca había tenido hijos, ni hermanos, pero sentía algo en sí mismo, algo en su mente le decía que era lo correcto, pero a que costo, perdiendo su trabajo, quizá matando a su compañera; ya no podría regresar a casa siquiera y Seguridad Civil lo estaría rastreando hasta dar con su paradero.

Ya estando seguro que no le seguían se detuvo en un puesto de Yakitori y compro varias varillas, ofreciéndole un par a la pequeña que le acompañaba, debía comer algo para bajar la tensión del momento, debía olvidar por un tiempo, quizá, eso era lo que necesitaba; hacia ya un tiempo que quería abandonar aquel trabajo y largarse lejos.

– ¡Maldición! –Murmuró para luego comer de una de las varillas. Volteó a ver de reojo a la niña; no sabría adivinar qué edad tendría teniendo en cuenta que esa especie vivía por cientos de años– ¿Cómo te llamas? ¿Qué edad tienes? –Preguntó, y ella le miró, al menos sabia entenderle lo que hablaba.

– Kanah –Dijo en voz baja, luego hace una pequeña pausa intentando encontrar las palabras–. “Dudek kvar” –Esto último lo dijo en esperanto y señalándose, por lo que Asher supuso era su edad y sorprendentemente tendría casi los mismos años de vida que él. Según había aprendido: los primeros veinte años correspondían a la niñez, los siguientes treinta a la juventud y nuevamente los treinta a la adultez, ya a los ochenta años de vida su ciclo de crecimiento se detenía, podían pasar al menos cien años antes de que comenzaran a envejecer y morían pasando los trescientos años.

– “Cada quien elige su destino” –Murmuró el detective, estaba cabizbajo, con los ánimos tumbados y la mente llena de pensamientos, su gabardina estaba mojada por la lluvia y sus oídos ensordecidos por la multitud que lo rodeaba.

– ¿Cuál es tu nombre? –Preguntó la karakk, curiosa, en su rostro aun se vislumbraba inocencia, una que había sido manchada por una mala suerte, pero que ahora relucía nuevamente.

– Asher… Asher Gainer –Dijo mientras mostraba una pequeña sonrisa de compasión, luego metió su mano en uno de sus bolsillos y sacó un paquete de cigarrillos, dio un par de golpes a la cajita y extrajo uno, saco su yesquero y al intentar encenderlo sintió el peso de una mano sobre su hombro, al voltear pudo observar a un tipo feo; de olor rancio y aspecto de tecnopunk sin estilo, con un peinado estirado hacia atrás y rapado a los lados, de color rosa. El sujeto estaba acompañado por otro par de estilo parecido, probablemente un grupo de la subcultura decadente de Arcalis.

– Tú eres de la pasma –Dijo y su pútrido aliento logró penetrar por las fosas nasales del detective–. Te vi hace unas horas entrando a un apartamento de Yokiu, ¡te daremos tu merecido! –Exclamó para reírse junto con sus acompañantes; el dueño del quiosco de comida parecía nervioso y la niña ya padecía miedo ante lo que iba a pasar.

Asher se levantó tranquilo sin decir palabra alguna y justo esquivó un intento de golpe, contraatacando con un rodillazo en el estomago, un africano corpulento se le acercó con una porra eléctrica y lanzó un rápido golpe vertical que impactó sin intención con el mostrador del quiosco, derrumbando bandejas y bebidas, el detective respondió con un golpe impulsado hacia la mandíbula que al impactar le dejó inconsciente en el piso, por ultimo voltea hacia el tercero a quien dispara a quemarropa, dejándole herido de gravedad, el primero apenas alza la mirada para estirar las manos y pedir clemencia, habiendo terminado la pelea…

– ¡Allí! –Exclamó un policía alertado, acercándose rápidamente; el estruendo del disparo dispersó gran parte de la multitud y llamó demasiado la atención.

– ¡Vámonos, rápido! –Dijo sujetando a la niña y huyendo del lugar, juntos se abrieron paso entre multitud de individuos, y a golpes de hombro logró llegar a una esquina donde Asher chocó frente a otro policía, pero antes que pudiese hacer nada lo golpeó y lanzó al suelo, al voltear advirtió una hover bike a la cual montaron sin dudar y encendieron para huir– Sujétate –Dijo y se elevó por los aires a altas velocidades.

Mientras avanzaba pensó que quizá podría pasar por su departamento así que cruzó dentro de la hendidura de un par de edificios de apenas unos metros y subió hasta el distrito de clase media donde vivía, se detuvo en un callejón al percatarse de lejos que su departamento estaba rodeado por SC y el área acordonada, su última opción era la más desesperada, pero ya se había sumergido demasiado, simplemente no podía dar marcha atrás.

– Nos iremos lejos de aquí –Dijo aunque la niña no sabía a lo que se refería, estaba concentrada en sujetarse de Asher, pues temía la caída de cientos de metros y tampoco quería ver hacia delante pues temía ver que los atraparían, así que solo se aferró a su espalda con los ojos entreabiertos por las ráfagas de viento que los chocaban al ir a altas velocidades.

Rápidamente fue redescubierto por el departamento de SC quien lo rastreó entre los carriles de tránsito aéreo de la ciudad yendo a una plataforma de aterrizaje; planeaba escapar hacia el espacio exterior, y no lo permitirían, en menos de diez minutos Asher ya era el epicentro de una persecución por parte de Seguridad Civil, quienes le pisaban los talones a través de la ciudad, el detective aceleró y esquivando varios vehículos rápidamente cruzó a mano derecha siguiendo recto, un hover bike se le acercaba por la izquierda igualando su velocidad, estaba tripulado por dos policías con cascos.

– ¡Pum! –Murmuro Asher mirándoles, y soltando tres disparos al conductor, provocando que se desestabilizaran y estrellaran; al mirar brevemente atrás observó dos deslizadores de SC y una nave armada que se acercaba– ¡Mierda! –Dijo a sus adentros.

Rápidamente dio un cruce a la izquierda y luego en diagonal, reduciendo su velocidad y aparcando en una pasarela que conectaba un par de edificios comerciales, iluminados por hologramas y diversos avisos, una pequeña multitud se apartaba ante la llegada repentina de Asher quien derrumbó un par de botes de basura y ahuyentó a varias personas con el viento de las turbinas del vehículo, al apagarlo tomó de los brazos a la niña y la bajó al suelo.

– ¡Sígueme! –Le ordenó y corrieron por un pasillo que dirigía a una plataforma de aterrizaje, se trataba de una nave pequeña de transporte, que yacía reposada, junto a ella había un sujeto gordo en un terminal holográfico– ¡Tu! –Gritó al hombre apuntándole con su pistola y añadiendo– Dame los códigos de acceso, ¡ahora!

– E-Espera… ¡No puedes hacerme esto! –Exclamó nervioso, mientras miraba el arma que le apuntaba– Acabo de llegar, no puedes llevarte mi nave.

– Soy del departamento de seguridad –Dijo mostrando su carnet holográfico.

– ¡Mientes! ¡Eres un criminal! –Acusó el gordo señalando su carnet, al verlo Asher se percató que le habían destituido y su identificación indicaba que estaba buscado por la ley– ¡Aquí, ayuda! –Gritó mientras alzaba la mano y hacía señas a un par de policías que pasaban cerca, alertándoles de su presencia.

– ¡Mierda! –Pensó y dándole un garrotazo al gordo le arrebató su chip con los códigos de acceso de la nave– ¡Vamos, Kanah! –Exclamó a la niña mientras la llamaba para que entrara a la nave recién abierta.

Disparó varias veces a los policías, hiriendo a uno y deteniendo al otro para luego entrar y cerrar la compuerta tras de sí, rápidamente atravesó el acceso a la cabina de pilotaje, donde se posó en una de las dos sillas y comenzó a teclear botones y a encender los motores de plasma, mas rápido de lo esperado recibió cerca un par de cañonazos de la nave de Seguridad Civil que se acercaba con premura a su posición, pronto consiguió elevarse unos metros, pero el radar indicaba el acercamiento de un proyectil; probablemente un misil de rastreo, Asher observó la palanca de la híper-velocidad –Aquí vamos– Pensó nervioso y tiró de ella, en menos de dos segundos la nave dio un salto al híper-espacio esquivando por poco el misil dirigido y escapando por fin…

Ya estando en el espacio sideral y en medio de un viaje a coordenadas no especificadas, Asher decide descansar y pensar ¿Ahora qué? No podría volver a su hogar, lo único que traía consigo era su identificación, su arma y una cuenta a su nombre con varios miles para poder subsistir; ahora no solo debía velar por su seguridad sino también por la de Kanah ¿fue lo “correcto”? su duda radicaba en la idea de si este destino era mejor que el que hubiese tenido, piensa que quizá si no se hubiese entrometido todo hubiera sido mejor para ambos. Luego voltea y observa a la niña, durmiendo sobre el suelo, seguro estaba cansada de todo lo que había ocurrido, el detective se quitó su gabardina y usándola como manta abrigó a la karakk. Ahora debía pensar en lo que haría, ya no había marcha atrás, tan solo podía mirar el presente y velar por el futuro… Claramente, su historia, apenas comenzaba.

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